Granada ha sido, al menos para cierta gente
y en ciertas épocas, un símbolo de libertad, belleza, poesía,
placer, tolerancia y gozoso amor homosexual: en suma, una cifra de la
España mora. Es difícil saber en qué grado este simbolismo
corresponde a la realidad. No sobreviven, o no han sido descubiertas, las
fuentes necesarias para conocer la vida cotidiana de la Granada nazarí.
La gran hoguera de sus manuscritos hecha por el Cardenal Cisneros logró
en gran parte su intento de evitar que la conozcamos(1).
Lo poco que sabemos se deriva principalmente de historiadores cristianos
hostiles. La destrucción de su arquitectura ha continuado casi hasta
la actualidad, como han denunciado varios escritores
granadinos(2).
Sin embargo, queda lo suficiente para afirmar
que la Granada que creó la Alhambra actual corresponde, al menos hasta
cierto punto, al estereotipo de ella. El período anterior al nazarí,
mejor documentado que éste, sugiere lo que sería lógico
que fuera influyente después. Por la poesía hebrea-granadina
del siglo XI, y por la buena suerte que nos conservó las memorias
del último rey zirí, es forzoso concluir que la homosexualidad
y pederastia eran no sólo frecuentes sino hasta normales entre la
aristocracia granadina, tanto mora como hebrea(3). La frecuencia
del amor homosexual en la Andalucía del califato y de los reinos de
taifas, y las prácticas homosexuales entre los moriscos refugiados
en el norte de África, son otra prueba(4). También
nos queda la Alhambra misma como símbolo de vida muelle: no es una
obra de fuerza, tamaño o grandeza, sino un palacio con jardines delicados,
diminutos y sensuales.
En la Granada moderna, se suele negar el pasado
homosexual de la ciudad y del reino. En toda Andalucía, pero más
en Granada, la homosexualidad es objeto de repugnancia y represión,
y es, por ello, la región española en la cual el movimiento
gay está actualmente menos desarrollado(5).
Si resucitara el homosexual García Lorca, entusiasta del pasado moro
de su Granada por más señas, "sigue habiendo gente en Granada
capaz de volverle a matar"(6). Pero hubo un período
breve en que floreció, al principio de este siglo, una conciencia
y una cultura gay en
Granada(7).
El pasado moro fue conocido al menos por los
arabistas. El estudio de la lengua árabe dio acceso a muchos misterios
que suponemos se comentaron entre los arabistas, de maestro a discípulo.
De los especialistas pasaron en parte a los universitarios de Granada y a
los intelectuales del país. Para ellos, al menos hasta fechas muy
recientes, eran motivo de vergüenza o de secreto interés. Algunos
de estos universitarios e intelectuales han sido llevados, por caminos sinuosos
e indirectos, al arabismo.
Nos hemos detenido en una secreta imagen de
la Granada mora, la ciudad española en la cual el placer homosexual
era más estimado. Dicho fondo ayuda a entender el sentido de una
guía, llena de consejos prácticos y sentimentales, un libro
que comenta el alma de Granada y sus emociones, dirigida a homosexuales.
Se trata de Granada (Guía emocional), de Gregorio Martínez
Sierra. No tenemos noticia de ninguna guía anterior dirigida a viajeros
gay.
El libro de Martínez Sierra se publicó
en París, refugio de españoles disidentes, en
1911(8). Declara ser una guía para mujeres,
dirigiéndose a la "lectora" en la segunda frase del prólogo
y más adelante a "vosotras, mujeres", "dulcísimas" y otras
expresiones parecidas(9). No se trata sino de una estratagema
para permitir la publicación de un libro que difícilmente pudiera
haber aparecido de otra forma. En el prólogo se menciona el "involuntario
artificio de mi maraña" por la cual los lectores masculinos
quedarían "engañados" (p. 13). A estas palabras se suma la
absoluta inviabilidad editorial de una guía para mujeres españolas,
en una época en que raramente hacían turismo y casi nunca separadas
de sus maridos, padres, o profesores. Un libro dirigido a mujeres se supone
que daría atención especial a las iglesias de Granada y a la
tumba de Isabel la Católica, pues estos monumentos serían,
según la demografía religiosa española, de interés
para la mujer típica. Pero el narrador, quien se declara no practicante,
los deja para el final(10). A quienes podría interesar
esta guía emocional de Granada eran los homófilos, quienes
en su argot a menudo se aprovechan del género femenino ("hermanas",
"nosotras", "Srta.", etc.). Dato de peso es el "Garzón" a quien se
atribuyen las fotos que acompañaron a la edición parisina.
Garzón era el término castellano para el efebo, el muchacho
amado por un hombre, según encontramos en la "Historia del cautivo"
de Cervantes.
Ya que María Martínez Sierra
usó el nombre de su marido como seudónimo(11),
y los dos colaboraron en varias obras, surge inmediatamente el problema de
la autoría. Ian Gibson ha notado que el libro es insólito,
calificándolo de "una obra muy 'femenina'", y lo supone "con toda
seguridad" obra de María(12). Sin embargo, el libro
no corresponde ni con sus intereses ni con su estilo(13).
La feminista María jamás hubiera escrito que le gustaban las
mujeres "argüidoras y un poco sofistas...si además son bonitas"
(p. 110). María jamás usa el plural de primera persona femenino,
que aparece en el libro (pp.
79-80)(14).
No, Granada (Guía emocional)
es de Gregorio, y el pronombre "nosotras" es suyo. Hemos de suponer, por
tanto, que escribiera una obra homófila y que fuera un bisexual. Espero
que en 1993 tal sugerencia no escandalice. Los datos de apoyo son numerosos.
Gregorio fue protegido por Benavente, con quien intimó al
conocerle(15). Fue después editor suyo y de Antonio
de Hoyos y Pedro de Répide, y traductor de Oscar Wilde
(Salomé, según Palau). Facilitó la carrera de
García Lorca con la puesta en escena de su primer drama, El maleficio
de la mariposa. Era amigo y colaborador de Falla, quien viajó
con el matrimonio casi todo un año(16). Tuvo casa
de veraneo en Marruecos(17), que junto con Argel era frecuente
lugar de vacaciones y aventuras homoeróticas(18).
Entre las obras de Gregoriosea cuál de los dos haya sido el
verdadero autorfigura Sortilegio, una tragedia inédita
hasta la fecha, que protagoniza un homosexual
casado(19).
Granada (Guía emocional) debe
haber sido escrita con el conocimiento y consentimiento de María.
En Gregorio y yo María comenta poco la intimidad de la pareja,
pero consta que fue todo menos convencional. Después de la boda se
felicitaron mutuamente, no porque pudieran vivir juntos, amarse sin
preocupaciones y tener hijos (no los tuvieron), sino porque ya "nadie nos
puede decir qué hacer"(20). Enfermo Gregorio, un
médico le aconseja un viaje a un clima más caluroso que el
madrileño, pero van a París (O'Connor, p. 25). Se separaban
bastante y viajaban cada uno por su lado. María, por primera vez en
España que sepamos, llama al matrimonio una institución esclavista
(Blanco, p. 19). Es también quien estrena en las letras españolas
el derecho de las vírgenes a elegir cómo y cuándo y
con quién quieren perder su
virginidad(21).
Es muy posible que el matrimonio Martínez
Estrada se pareciera al de Harold Nicolson y Vita Sackville-West, es decir
que se tratara de una relación entre gay y lesbiana, o más
precisamente entre bisexuales(22). María ha sido
una de las feministas más revolucionarias que haya habido nunca, pues
defendió la idea de que la mujer tiene un talento político
natural y que el hombre está destinado a
obedecerla(23). También admitía que el hombre
es "incoerciblemente polígamo", y que la mujer, por su parte,
también es proclive a la diversidad en el amor (Nuevas cartas,
pp. 178-185). La personalidad poco "femenina" de María ha sido ya
notada por los críticos, uno de los cuales llega a comentar sus
consecuencias en el contexto de la intimidad del
matrimonio(24). Si a esto se suma que María fue
madrina de la lesbiana Elena Fortún, nos atrevemos a formar una
opinión al respecto. Es de esperar que esta sugerencia tampoco escandalice
al lector. El contacto con los agudos y apasionados ensayos de María
Martínez Sierra, aún tan poco estudiados, en el proceso de
la redacción de este artículo ha sido sumamente
aleccionador(25).
Granada (Guía emocional) incluye
una guía práctica de los hospedajes, restaurantes, tranvías
y bancos, además de los monumentos y otras "curiosidades" de Granada.
Conforme con la maurofilia que penetra todo el libro, el capítulo
final está dedicado a una visita a Córdoba, y cierra con unas
meditaciones sobre el futuro de
España(26).
Pero el libro, cuyos capítulos llevan
poéticos encabezamientos(27), es fundamentalmente
una invitación a perder el tiempo en Granada: "el único tiempo
verdaderamente ganado en la vida es el que se pierde" (p. 13). Ofrece al
lector el consuelo de la irresponsabilidad, el placer soberano de vivir con
locura (p. 15). Aconseja la estancia en Granada "a las personas que estén
tocadas de melancolía, al parecer incurable, por abusos de
autoanálisis y de prolijos exámenes de conciencia; a las que,
por morbosa exaltación de orgullo, se hayan llegado a figurar que
de que ellas cumplan o infrinjan una ley más o menos moral, depende
el equilibrio del mundo; a las niñas que tienen la mala costumbre
de soñar con novios militares más o menos pérfidos.
Aquí adquirirán la excelente de reverenciar en grado sumo al
Amor, con mayúscula y sin uniforme" (p.
236).
La geografía es la infraestructura de
esta experiencia: "[La vega de Granada] es uno de los más suaves,
apacibles y románticos paisajes de España, y valdría
la pena de venir, no a visitar, sino a morar largo tiempo en la ciudad morisca,
aunque en ella no estuviese la Alhambra, sólo por el encanto risueño
de esta planicie ondulada, frondosa, acariciadora por igual a los ojos y
al corazón. Así como hay paisajes inquietantes, éste
es aplacante y sugeridor de consoladores panteísmos.... Hay una gran
paz y un amable silencio, que dejan al espíritu toda su libertad y
la afirman en soberanía...aligerándole de toda carta, en el
convencimiento de una indudable irresponsabilidad" (pp.
235-236).
En Granada se vuelve a "los goces sencillos",
que los hombres habían abandonado, buscando en cambio "ideales y deberes",
haciendo "esa obra, no sé si decirte prodigiosa o monstruosa, que
llamamos civilización" (p. 77). Las mujeres, siguiendo la misma
fórmula que los hombres, han clamado "seamos hombres". Este proceder
lleva o a la desesperación y al suicidio, o a pedir "al cielo para
que se sirva crear un ser nuevo y suave, que no sea ni hombre ni mujerya
que hombres y mujeres nos habremos destrozado la vida, un ser espiritual,
refrigerante, consolador, maternal, pueril, a quien podamos llevar como ofrenda
el fruto material de nuestro trabajo, y que en cambio nos dé la caricia,
y el ánimo, y el arrullo, y la tibieza, y el plácido
¡Amén! y el ilusionado ¡Aleluya!" (p. 79). "Así,
nosotras con la inmensa ventaja de saberlopodemos ser emperatrices
de espiritualidad y amor en la vida moderna, y en nosotras se salvará
la intelectualidad, y en nuestros ocios sobrevivirá la especulación,
y nuestro silencio será la garantía de la meditación,
y la verdad, que no tiene tiempo de triunfar entre la agitación febril
de los hombres, elegirá nuestra voz, suavemente imperiosa, para dejarse
oír en la tierra" (p.
80)(28).
La visita a Granada puede durar un día,
o toda una vida. Pero para saborear, siquiera por encima, el encanto de esta
"Jerusalén de Occidente", son del todo necesarias cuatro semanas.
"La emoción serena, que ha de ser el fruto espiritual de esta aventura,
pide para cristalizarse largas y lentas horas de contemplación, y
sobre todo de soledad, en las cuales no apremie ningún apresuramiento
de hora ni de guía, ni de preconcebida excursión; ...menester
es lograr cierta fraternidad con las fuentes, y una complicidad sentimental
y sensual con la geometría de cipreses y arrayanes; hay que saber
precisamente en qué lugar del cielo ha de buscarse cada estrella;
hay que haber oído, en muchas horas distintas, la charla apaciguante
de la arboleda; ...el alma, llevada por los ojos, tiene que haber soñado
muchas horas asomada a la reja del jardín de Lindaraja. El Generalife
es como libro de meditaciones, que hay que leer página por página,
atenta y curiosamente.... Y luego, muchos atardeceres os habréis de
perder, camino arriba, entre los olivares, y habréis de dar en el
camposanto, jardín fragante si los hay, lleno de cinamomos y celindas,
de acacias y mundos en flor, donde con tanta paz por todo el buen olor y
la frescura, habréis de resignaros a la cruel fatalidad de la muerte.
Y si bajáis a la ciudad, es preciso también que sea en muchas
y diversas mañanas, para evocar en el tráfago de las horas
del mercado la visión de la Granada mora y próspera" (p.
260-261).
No conocemos otro tal ejemplo de exaltación
de una ciudad española.
La recepción inicial del libro, calificado
por un crítico como la mejor de sus obras (Goldsborough, p. 110),
fue modesta. No fue reimpreso hasta incorporarse en las Obras completas
del autor, publicadas por él mismo. En la lista de reseñas
proporcionada por Entrambasaguas, evidentemente basada en el propio archivo
de los Martínez Sierra, no figura ninguna mención de esta obra.
Acaso haya contribuido a la indiferente recepción su lugar de
edición (otro argumento a favor de no ser las mujeres su verdadero
público). Sin embargo, llegó a gozar de cinco ediciones, bien
separadas en el tiempo, siendo, por ello, una de sus obras de éxito
más sostenido. Figura entre las pocas obras suyas reimpresas
póstumamente.
En cuanto a su influjo, suponemos que será
coincidencia que en 1911, año de su publicación, se mudaran
a Granada dos forasteros que tendrían mucho influjo en el próximo
renacimiento de la cultura granadina: el político y educador Fernando
de los Ríos y el profesor de arte y teoría literaria Martín
Domínguez Berrueta. (Los dos fueron, entre otras cosas, protectores
de García Lorca(29).) Pero sí hubo un lector
clave, uno que sabría el secreto del libro: Manuel de Falla, amigo
del autor. "Un díame lo contó él
mismopasó por la calle de Richelieu y vio en el escaparate de
la Librería Española de París un libro: Granada
(Guía emocional), de Martínez Sierra(30).
Lo compró, gastándose los pocos francos que llevaba; se pasó
la noche leyéndolo, y al día siguiente, en un borbotar milagroso
de melodíasdesusado en él, premioso y exigente, sobre
todas las cosas, llevó al pentagrama, casi en su totalidad,
una de sus mejores obras: Noches en los jardines de
España"(31).
El encanto de Falla ante Granada le llevó
a mudarse a ella en 1919. A partir de entonces visitan Granada figuras culturales
de toda Europa(32). No es del todo azaroso, entonces, que
Granada (Guía emocional) de Gregorio Martínez Sierra
coincida con el inicio del período de mayor esplendor cultural de
Granada desde el exterminio de su cultura mora en 1500. Por unos pocos
años, debido en parte a la guía de Martínez Sierra,
Granada era (en palabras de Falla) "como el centro del mundo, como un
pequeño París"(33).
Daniel Eisenberg
Florida State University
(1) Véase nuestro "El
Cardenal Cisneros y la quema de los manuscritos granadinos", Journal of
Hispanic Philology, 16 (1992 [1993]),
107-124.
(2) Antonina Rodrigo, Memoria
de Granada; Manuel Ángeles Ortiz y Federico García Lorca,
Plaza y Janés, Barcelona, 1984, pp. 160- 161; Federico García
Lorca, "Cinco textos lorquianos de la revista Gallo", Papeles de
Son Armadans, 83 (1976), 61-75, en las pp. 64-
65.
(3)Véase el artículo
"Jews, Sephardic" en la Encyclopedia of Homosexuality, ed. Wayne Dynes,
Garland, Nueva York,
1990.
(4) Véase nuestro
"¿Por qué volvió Cervantes de Argel?", en prensa en las
Actas del Primer Congreso Internacional de la Asociación de
Cervantistas, Anthropos,
Barcelona.
(5) Granada: "En
Granada...había una animadversión terrible a la homosexualidad"
(Patricio González de Canales, entrevistado por Eduardo Molina Fajardo,
Los últimos días de García Lorca, Plaza y
Janés, Esplugues de Llobregat, 1983, p. 110). Es "ciudad famosa por
su odio a la homosexualidad" (Ian Gibson, La represión nacionalista
en Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca, Ruedo
Ibérico, París, 1971, p. 148). Andalucía: "Jaén,
Cádiz, Granada y Córdoba...carecen de clubs de ambiente gay....
En el caso de Sevilla...en la actualidad sólo cuenta con un club
abiertamente gay, que para no poseer, no posee ni rótulo en la puerta
con su nombre. El mítico 'Chandelier', 'Trastámara' y un par
de ellos más, tuvieron que cerrar sus puestas por un quítame
acá esas pajas del vecindario que 'no estaban dispuestos' a aguantar
la movida gay sevillana.... [Pero Andalucía] también se caracteriza
por la facilidad con que se liga en las discotecas normales." (Francho
[Martínez de Grama], Guía Gay de España 89/90,
Francho Ediciones, Málaga, 1989, p. 13; también José
Luis Vila-San-Juan, García Lorca, asesinado: toda la verdad,
Planeta, Barcelona, 1975, pp. 242-243). Se expresa Juan Eslava Galán
en el mismo sentido: "En Andalucía no hubo liderazgo ni organización
[gay] pero sí concentración anual de sarasas en una
famosa romería [¿Rocío?] en la que los devotos de la Virgen
entroncan con antiguos ritos, se despojan de dengues e inhibiciones con vino
y música, se ponen en trance y levantan grandes polvos entre los pinares"
(El sexo de nuestros padres, Planeta, Barcelona, 1993, p.
353).
(6) Javier Egea, citado por
Daniel Eisenberg, "Unanswered Questions about Lorca's Death",
Angélica [Lucena], 1 (1991), 93-107, en la p.
93.
(7) Sobre la cultura gay
granadina anterior a la Guerra Civil, véase el artículo "Granada"
en la Encyclopedia of Homosexuality ya citada. Hay una traducción,
sin la bibliografía, en la revista Entiendes...?, No. 13,
junio-julio-agosto de 1990, pp.
18-19.
(8) Entre los varios estudios
del París de la época, quisiéramos mencionar especialmente
Catherine van Casselaer, Lot's Wife: Lesbian Paris, 1890-1914, Janus
Press, Liverpool, 1986, y Michael Wilson, "`Sans les femmes, qu'est-ce qui
nous resterait': Gender and Transgression in Bohemian Montmartre", en Body
Guards: The Cultural Politics of Gender Ambiguity, ed. Julia Epstein
y Kristina Straub, Routledge, Nueva York, 1991, pp. 195-222. Los dos suministran
muchas referencias
bibliográficas.
(9) Las citas se toman de la
edición de Madrid, 1920, pero las hemos verificado en la mucho menos
accesible edición
príncipe.
(10) "Han pasado semanas enteras
sin recorrer las iglesias de Granada" (p. 115). "Quien dice Granada, dice
Reconquista, y sobre los abrojos de pobreza y ruina que el tozudo heroísmo
de casi siete siglos trajo consigo, la única flor que se levanta es
la de la arquitectura religiosa..., testigo en piedra y cristalización
de ideales, que aunque hayamos dejado de comprender, no podemos por menos
de reverenciar" (p. 181). "Toda religión se pervierte en cuanto tiene
un templo material, porque el sostener las piedras en pie cuesta dinero,
y para lograrlo se vende el espíritu. Y la vida del hombre es una
religión, cuyo único espíritu es la felicidad" (p.
90).
(11) María A. Salgado,
"Gregorio y yo: la verídica historia de dos personas distintas
y un solo autor verdadero", Hispanófila, 96 (1989),
35-43.
(12) Federico García
Lorca. 1. De Fuente Vaqueros a Nueva York (1898-1929), Grijalbo, Barcelona,
1985, p. 269.
(13) Algunas opiniones de
María sobre Granada se hallan en su libro Una mujer por los caminos
de España y en la novela Todo es uno y lo
mismo.
(14) No hemos leído
toda la gran obra de María Martínez Sierra para verificar
personalmente el aserto. El dato nos lo comunicó Alda Blanco, autora
de una extensa introducción a Una mujer por los caminos de
España, Castalia, Madrid, 1989 (véase la p. 27). María,
escribiendo con el seudónimo "Gregorio", usa el plural masculino.
("Hermanas, compartís con nosotros", "nosotros los hombres", Nuevas
cartas a las mujeres, Renacimiento, Madrid, 1932, pp. 26 y
177.)
(15) Joaquín de
Entrambasaguas, Las mejores novelas contemporáneas, t. 3, Planeta,
Barcelona, 1970, p.
547.
(16) María Martínez
Sierra, Gregorio y yo, Gandesa, México, 1952, p. 128. Sobre
Falla, véase el artículo en la Encyclopedia of
Homosexuality ya citada. Martínez Sierra escribió los libretos
de La vida breve y El sombrero de tres
picos.
(17) Andrés Goldsborough
Serrat, Imagen humana y literaria de Gregorio Martínez Sierra,
s.e., Madrid, 1965, menciona la casa de veraneo en Marruecos, p.
35.
(18) Acudieron a estas regiones
Wilde, Gide, Crowley, Burroughs, Capote, Gysin, Ginsberg, Tennessee Williams,
Orton, Goytisolo y otros. El turismo sexual en Marruecos ha sido
frecuentísimo: el escritor marroquí Tahar ben Jelloun llega
a llamar a su país "burdel de niños para turistas occidentales".
(Citado por Gianni De Martino, "An Italian in Morocco," en Sexuality and
Eroticism among Males in Moslem Societies, ed. Arno Schmitt y Jehoeda
Sofer, Harrington Park Press, Nueva York, 1992, pp. 25-32, en la p. 25.
Según el tomo, la única introducción documentada al
tema, el artículo de De Martino se publicó en italiano en
Babilonia, Milano, "1983,
1986".)
(19) Se halla un resumen y
unos extractos en Goldsborough, pp.
153-158.
(20) Patricia W. O'Connor,
Gregorio and María Martínez Sierra, Twayne, Boston,
1977, p. 33. Hay traducción española, García Verdugo,
Madrid, 1987.
(21) "En el ejercicio, digo,
físico del amor, [no hay] nada inmoral, ni siquiera reprobable, siempre
que exista el mutuo acuerdo de los interesados.... Creo que todas las
vírgenes del mundo están en su perfectísimo derecho
a dejar de serlo cuando les convenga y en compañía de quien
mejor les plazca, sin necesidad de leyes ni bendiciones, y sin que la sociedad
tenga el menor derecho a intervenir con censuras, ni mucho menos con penalidades.
Cada uno es cada uno, dueño absoluto de sí mismo, me parece
a mí; la vida es corta y un poco triste por mucho optimismo con que
se la intente sobrellevar; bueno estaría que las leyes y opiniones
ajenas fueran a impedir al individuo, sea hombre o sea hembra, endulzarla
con las dedaditas de miel que sean más de su gusto.... Estas,
naturalmente, son ideas mías y nadie está obligado a aceptarlas
por buenas, pero a mí me parece el colmo de la lógica." (Todo
es uno y lo mismo, en Aventura. Todo es uno y lo mismo. Cada uno y
su vida. Rosas mustias, Estella, Madrid, 1926, pp.
110-111.)
(22) Véase Nigel Nicolson,
Portrait of a Marriage, Atheneum, Nueva York,
1973.
(23) La mujer moderna,
Renacimiento, Madrid, 1930, p.
28.
(24) O'Connor, p. 33 (no
identifica al crítico); Cejador, citado por Entrambasaguas, pp. 562-563.
Sobre el comentario de Cejador véase también Blanco, p.
11.
(25) "Los ensayos
feministas...tomados en conjunto, muestran una gran lucidez teórica
y un tremendo compromiso intelectual con el feminismo de la época.
Es harto frecuente encontrar en estos ensayos noticias del movimiento feminista
internacional, traducciones de importantes textos feministas y resúmenes
de los importantes debates teóricos." (Blanco, pp.
26-27.)
(26) "Cuando se habla con
niños, con mujercitas ignorantes, se oyen afirmaciones estupendas,
rectilíneas, sangrantes de verdad, que asustarían al más
osado moralista, dichas con toda inconsciencia y sencillez.... Todo lo grande
que ha dado nuestra Patria está en el espíritu de esta misma
austeridad formal, hermanada con la más desenfrenada libertad interior....
Tierra de Inquisición y de desatado realismo...alta en la afirmación
formal de la fe y saturada en socarrona y complacida duda.... España
es la esperanza de todas las anarquías, la tierra prometida de la
felicidad en la libertad.... Éste será el país privilegiado
y la tierra bendita en que antes que en rincón alguno del planeta
se nieguen el verdugo a matar y el soldado a marchar a la guerra; aquí
se quemarán los registros civiles, y cada hombre tendrá el
nombre que le plazca y la edad que le cuadre" (pp.
228-231).
(27) "El supremo sentido del
ocio", "Sobre el amor de los héroes", "Carmen de cármenes",
"De cómo, por virtud del sol, el alma 'se pasea por el cuerpo'",
etc.
(28) En la edición
príncipe, "eligirá nuestra voz suavemente imperiosa para dejarse
oír en el mundo" (p.
76).
(29) Sobre los dos profesores,
véase Gibson, Federico García Lorca. 1. De Fuente Vaqueros
a Nueva York, pp. 103-107. No hemos visto todavía el libro de
Antonio Gallego Morell, El renacimiento cultural de la Granada
contemporánea: los "viajes pedagógicos" de Berrueta,
1914-1919, Comares, Granada,
1989.
(30) Cuando María escribe
que el libro es de Martínez Sierra, creemos que quiere decir que lo
escribió su marido. Llama a su marido "Martínez Sierra" en
las pp. 128, 137 y 138 de Gregorio y
yo.
(31) Pedro Massa, "Los cien
felices años de María Martínez Sierra", ABC,
3 de marzo de 1974, pp. 22-25, en la p. 24; la misma anécdota en
Gregorio y yo, p. 124. Sobre el sentido de Noches en los jardines
de España, véase nuestro ensayo con el mismo título,
en prensa en el Journal of Hispanic Philology y en
Angélica [Lucena]. Hay que reconocer, sin embargo, que alguna
parte de la obra existió antes de 1911: véase Gilbert Chase,
Manuel de Falla: A Bibliography and Research Guide, Garland, New York,
1986, pp. 15 y
19.
(32) Este período se
cierra con el festival de Cante Jondo en 1922, motivo de un disgusto de Manuel
de Falla con los organizadores cuyos detalles no sabemos, debido al cual
el Festival no tuvo repetición. Véase la carta publicada en
la segunda edición de Federico del Sagrado Corazón de
Jesús García LorcaManuel María de los Dolores
Falla Matheu (Patronato García LorcaDiputación
Provincial, Granada, 1987), entre las pp. 36 y
37.
(33) Luis Jiménez,
Mi recuerdo humano de Manuel de Falla, Comisión Pro-Centenario
de la Muerte de Manuel de Falla, Universidad de Granada, Granada, 1980, p.
24.